“Juan Martínez Ayamonte a la Hijas de la Caridad de Lorca”. Así versa la inscripción aparecida en la peana de esta espléndida imagen del Corazón de Jesús, obra de Talleres Castellanas, y vinculada, sin duda, a la mano de Miguel Castellanas, cuyo nombre aparece reseñado en la base de la pieza. Especialista en la nueva iconografía religiosa surgida a lo largo de los siglos XIX y XX, y derivada de la estética Saint-Sulpice, Miguel Castellanas, alma mater de los mencionados talleres o manufacturas, siguen los registros estéticos de la realizaciones olotinas y de algunos artistas que desde inicios del siglo XX contribuyen a crear una visión renovada de la iconografía y el arte religioso, basada en varios presupuestos pero donde el concepto de creación artística se yuxtapone al de manufactura y reproducción en aras de expandir determinados cánones o códigos representativos; sin olvidar la difusión de nuevos arquetipos iconográficos derivados o entroncados con la tradición historicista. 

Devoción consagrada en 1685, partía de la reafirmación en las relaciones entre las diversas facciones o tendencias dentro del cristianismo; así, el acercamiento entre católicos, protestantes, jansenistas, etc…
Para L. Réau los antecedentes de esta iconografía y devoción hundía sus raíces en el concepto tradicional del corazón como órgano vinculado a las pasiones carnales y místicas, de manera indistinta. Derivado del culto a la llaga del costado que se desarrolló desde finales del medioevo surgió la veneración al corazón; y así vemos en algunas estampas del Quinientos la unión entre las temáticas de la Pasión de Cristo y el Corazón o la simple representación, tan alusiva, del  Corazón atravesado por tres puñales y coronado de espinas (Lucas Cranach, A. Wierix). Sin olvidar la enorme difusión que en su día tuvo el corazón en función de lo espiritual a través del libro Schola cordis sive aversi a Deo cordis ad eumdem reductio et instructio (Amberes, 1623. Benedicto van Haeften)

El culto a la iconografía cordial fue muy intenso en la Francia del S. XIX, tras la Guerra Franco-Prusiana, una de cuyas reliquias monumentales más veneradas para los católicos es la gran basílica del Sagrado Corazón de Jesús en la colina que domina el bohemio barrio de Monmartre, ya mencionado. En España, son numerosos los lugares donde se erige la efigie imponente del Corazón de Jesús. Entre los distintos lugares del mundo, destacaríamos la ciudad de Río cuyo Corcovado o Redentor (iconografía que deriva de la del Corazón de Jesús) transmite todo el carácter de la metrópoli carioca.

La figura del Sagrado Corazón de La Hoya responde a la tradición iconográfica, tan popular desde los últimos decenios del XIX.

La obra presentaba en origen un estado de conservación muy deficiente. Es una gran talla en madera policromada que representa la figura del Sagrado Corazón de Jesús. Guarnecida  con cenefa dorada en oro fino.

La escultura se encontraba totalmente repintada y además se habían usado productos comerciales aplicados incorrectamente, ocultando zonas tan importantes como carnaciones o la elaborada y hermosa cenefa de oro que orla su manto. Bajo el repinte se apreciaban, por otra parte, algunas grietas y desencoladuras sin olvidar que la talla también presentaba desgastes del color, producidos por intervenciones anteriores, además de limpiezas de la policromía con productos comerciales muy agresivos.

La estructura interna estaba en buen estado, tal y como corroboró la analítica radiográfica ya que no existía ataque de xilófagos ni movimientos estructurales. Por último, reseñar que se observaron dedos rotos y mal pegados, no siendo todos originales y que algunas grietas se rellenaron en su día con yeso, contribuyendo todo ello al deterioro de la obra.

• Analítica y toma de muestras
• Limpieza mecánica
• Sentado de color
• Eliminación de repintes y limpieza química
• Arreglo de grietas
• Injertado de dedos
• Estucado
• Reintegración cromática
• Protección final