Iconográficamente se representa a María como Madre, llevando en brazos al Niño Jesús (en la obra que nos ocupa el niño está desaparecido), y portando la Virgen el escapulario, símbolo del hábito carmelitano y de la salvación eterna, y cubierta por un manto que simboliza la protección de María a la Orden. La obra está vestida con túnica marrón y escapulario, decorada con incisiones doradas, como corresponde a la patrona del Carmelo, y envuelta por un amplio manto de tono claro adornado con flores. La cabeza cubierta con un velo. El nombre del Carmen viene del Monte Carmelo o “viña de Dios” que está en Tierra Santa. Según el Libro de los Reyes, allí vivió el Profeta Elías con un grupo de jóvenes, dedicados a la oración. Corría el año 300 a J C, y una gran sequía asolaba la región; el Profeta subió a la montaña para pedir lluvia y divisó una nube de luminosa blancura de la cual brotaba el agua en abundancia; comprendió que la visión era un símbolo de la llegada del Salvador esperado, que nacería de una doncella inmaculada para traer una lluvia de bendiciones. Desde entonces, aquella pequeña comunidad se dedicó a rezar por la que sería madre del Redentor, comenzando así la devoción a Nuestra Señora del Carmen (o Carmelo). En el Siglo XIII: su Superior, San Simón Stock estaba en oración, preocupado por nuevas persecuciones, cuando se le apa­rece la misma Madre de Dios para decirle:”amadísimo hijo, recibe el escapulario de mi orden para que quien muriese llevándolo piadosamente, no padezca el fuego eterno”. El Papa Gregorio XIII declaró verdadera esta aparición después de serios estudios, y basándose en los favores que recibían los que usaban el escapulario. También fue reconocida esta aparición por el Papa Juan XXII, que recibió una nueva aparición de la Virgen, en la que prometía sacar del purgatorio el primer sábado después de su muerte a sus devotos. 

La obra que nos ocupa es una talla en madera, obra de Vicente Benedito, escultor, maestro fallero e imaginero valenciano cuya producción se centra entre los años 30 y 50 del siglo XX. La Virgen del Carmen de la Iglesia Parroquial de la Asunción de Cieza fue firmada en el año 1943. Se inscribe en los parámetros de la escultura religiosa derivada de las producciones de Olot y de la estética del Saint Sulpice decimonónico, mostrando así una imagen de belleza depurada y desprovista de todos los excesos propios de la tradición barroca.

Talla en madera realizada en pino común. La tensión y movimiento de las maderas habían producido multitud de fisuras y fendas.

La obra se encontraba totalmente cubierta por ceras y barnices muy ennegrecidos que habían aglutinado mucha suciedad ambiental y polvo.

Existían dedos rotos y mal encolados. También perdidas puntuales de soporte, de preparación y de policromía en diferentes puntos de la obra.

1. Consolidación:
Ha sido necesario realizarla prácticamente en toda la superficie de la imagen y de forma más puntual en las zonas de fisuras.

Se ha utilizado cola de conejo

En las zonas donde hay pan de oro se ha utilizado primal en agua al 20% ya que la superficie no permitía la aplicación de calor. 

2. Eliminación de la cera:
En las zonas de acumulación de manchas de cera se ha usado la espátula caliente y periódico. 

3. Limpieza:
La limpieza se ha llevado a cabo con el uso de tenso activos neutralizando posteriormente con agua destilada y usando la goma en zonas puntuales. 

4. Cosido de grietas:
Se ha llevado a cabo con el uso de espigas de haya del número 6. Una vez insertadas las espigas, en aquellas fisuras que lo permitían se han introducido chuletas de madera de balsa.

5. Estucado de lagunas:
Se realiza con el uso de cola de conejo y sulfato cálcico, se rellenan las fisuras y todas las lagunas.

6. Barnizado intermedio:
Se extiende a brocha barniz retoques.

7. Reintegración pictórica:
Con el uso de pigmentos aglutinados con barniz. Se realiza una reintegración diferenciada con la técnica del rigattino.

8. Barnizado final:
Aplicado a pistola pulverizado.